Estoy loco (porque sí).
Lo sé.
Deambulo rebotando;
siempre hemos existido,
en otras épocas éramos perseguidos,
marcados en la espalda como animales,
fusilados sin piedad,
muertos al pie de una barricada,
defendiendo una bandera inventada
por otros locos,
que eran nuestros hermanos.
Pero hoy la temperatura es para cuerdos.
Se nos acepta,
con tono de niños traviesos,
la locura ya no terrible
por la abrumadora claridad,
las demasiadas causas para vivir,
el progreso de la medicina...
quién sabe.
Y con esos escasos camaradas del delirio
me siento aislado,
como una araucaria en un parque urbano.
Casi muerto.
Sin embargo sé que estoy vivo
porque algo ruge en mi interior,
destrozando la caligrafía,
haciendo trizas mi linterna.
A veces creo que es un lujo esta provocación,
otras, que es antihigiénica.
Es tan complicado escribir una leyenda propia,
dibujar fantasmas,
coleccionar ilusiones.
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