Deceso, en ceso esta vida diaria,
ajena
en silencio y colapsando
este cotidiano grito
Correr y atravesar la herida
desenmascarar este pulso incógnito,
olvidar ya esta arritmia agónica
del subsuelo.
Disparar los rostros al pavimento
desenterrar el verso
y de bruces jalar el gatillo del camino
balancear el desequilibrio.
Este del alma,
que carcome, que enhiela este andar
con el corazón apretado
y la sangre roja brillando
en la yema de los dedos
Con la cabeza aún intacta,
como la memoria.
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