Es preciso salir de este lugar para romper este vicio tembloroso que transforma los recuerdos, ya no vienen tan presurosos como antes.
¿Qué me estanca? Ayer comenzó el otoño, ¿será eso? Pronto ya será mayo y en julio tendré mucho frío si no cambio mi capa rota por una nueva y cuánta huevá más, como The Doors o los Pink Floyd mezclados con los Congreso, Victor Jara, Sui Generis o Silvio Rodríguez.
Mi vida disparada quiero terminar, y poder ser como Álvaro, de los Miranda, o Gelo, de los González: ojos verde esmeralda, verde marinos; ojos verde mar. Tu pelo café ¿dónde está? tus manos blancas, no las tengo...
tu voz de llanto, ya no la oigo
lunes, 19 de abril de 2010
jueves, 8 de abril de 2010
rojo sueño rojo
Anoche soñé con la misma muerte,
otra vez
y tú detrás sonreías al ver las gotas de sangre
que caían en un suelo blanco
que hacía ver el rojo tan rojo...
Me acariciabas los muslos y te pegabas a mi cuerpo, tenso
atenta a perder tus ganas.
Mis piernas se abrían para dar paso a la sangre de la que tú te alegrabas tanto,
asesinando
otra vez
y tú detrás sonreías al ver las gotas de sangre
que caían en un suelo blanco
que hacía ver el rojo tan rojo...
Me acariciabas los muslos y te pegabas a mi cuerpo, tenso
atenta a perder tus ganas.
Mis piernas se abrían para dar paso a la sangre de la que tú te alegrabas tanto,
asesinando
martes, 6 de abril de 2010
Diré que te ví salir aérea
del vapor del té
pero no quiero.
Diré que te escondías
como un niño entre la gente
o simplemente que pasas
caminando sin mirarme,
pero no quiero.
Diré algún día que ese
acto litúrgico
de partir la marraqueta crujiente
es una hazaña que comparto
contigo sin culpa,
pero no quiero.
No quiero que te metas tan adentro de los cauces
tan cotidiana que te vuelvas permanente
y mi cuerpo se acostumbre
a tu presencia ausente
de las cosas.
Prefiero que nos tomes por asalto,
hiriéndonos, si es posible,
porque en tu muerte
es más riesgoso el silencio.
del vapor del té
pero no quiero.
Diré que te escondías
como un niño entre la gente
o simplemente que pasas
caminando sin mirarme,
pero no quiero.
Diré algún día que ese
acto litúrgico
de partir la marraqueta crujiente
es una hazaña que comparto
contigo sin culpa,
pero no quiero.
No quiero que te metas tan adentro de los cauces
tan cotidiana que te vuelvas permanente
y mi cuerpo se acostumbre
a tu presencia ausente
de las cosas.
Prefiero que nos tomes por asalto,
hiriéndonos, si es posible,
porque en tu muerte
es más riesgoso el silencio.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
