Buscando con su traje de noche
luciérnagas van por tus calles
como ríos de neón por las venas.
Buscando un lugar que los ampare
para dar rienda suelta a la risa,
las emociones o el llanto.
Buscando por alguna de tus calles una mano amiga,
el familiar desaparecido,
el pan necesario
o el amigo encarcelado.
Buscando algún lugar oscuro
para entregar aquel amor prohibido,
la sonrisa cómplice o la pasión con desenfreno.
Buscando y sin dejarte dormir
el sueño de ciudad que antaño dormiste.
Buscando a otros encontrar el descanso
y el desahogo de tantas frustraciones.
Buscando esperas la lluvia
para lavar tu rostro de ciudad cansada y ajada de tanto uso,
enfrentar de nuevo y otra vez tu supuesto desarrollo.
Otro lunes.
Otro olvido.
lunes, 22 de octubre de 2012
martes, 5 de abril de 2011
El fuego porque sí
Estoy loco (porque sí).
Lo sé.
Deambulo rebotando;
siempre hemos existido,
en otras épocas éramos perseguidos,
marcados en la espalda como animales,
fusilados sin piedad,
muertos al pie de una barricada,
defendiendo una bandera inventada
por otros locos,
que eran nuestros hermanos.
Pero hoy la temperatura es para cuerdos.
Se nos acepta,
con tono de niños traviesos,
la locura ya no terrible
por la abrumadora claridad,
las demasiadas causas para vivir,
el progreso de la medicina...
quién sabe.
Y con esos escasos camaradas del delirio
me siento aislado,
como una araucaria en un parque urbano.
Casi muerto.
Sin embargo sé que estoy vivo
porque algo ruge en mi interior,
destrozando la caligrafía,
haciendo trizas mi linterna.
A veces creo que es un lujo esta provocación,
otras, que es antihigiénica.
Es tan complicado escribir una leyenda propia,
dibujar fantasmas,
coleccionar ilusiones.
Lo sé.
Deambulo rebotando;
siempre hemos existido,
en otras épocas éramos perseguidos,
marcados en la espalda como animales,
fusilados sin piedad,
muertos al pie de una barricada,
defendiendo una bandera inventada
por otros locos,
que eran nuestros hermanos.
Pero hoy la temperatura es para cuerdos.
Se nos acepta,
con tono de niños traviesos,
la locura ya no terrible
por la abrumadora claridad,
las demasiadas causas para vivir,
el progreso de la medicina...
quién sabe.
Y con esos escasos camaradas del delirio
me siento aislado,
como una araucaria en un parque urbano.
Casi muerto.
Sin embargo sé que estoy vivo
porque algo ruge en mi interior,
destrozando la caligrafía,
haciendo trizas mi linterna.
A veces creo que es un lujo esta provocación,
otras, que es antihigiénica.
Es tan complicado escribir una leyenda propia,
dibujar fantasmas,
coleccionar ilusiones.
domingo, 3 de abril de 2011
Deceso, en ceso esta vida diaria,
ajena
en silencio y colapsando
este cotidiano grito
Correr y atravesar la herida
desenmascarar este pulso incógnito,
olvidar ya esta arritmia agónica
del subsuelo.
Disparar los rostros al pavimento
desenterrar el verso
y de bruces jalar el gatillo del camino
balancear el desequilibrio.
Este del alma,
que carcome, que enhiela este andar
con el corazón apretado
y la sangre roja brillando
en la yema de los dedos
Con la cabeza aún intacta,
como la memoria.
ajena
en silencio y colapsando
este cotidiano grito
Correr y atravesar la herida
desenmascarar este pulso incógnito,
olvidar ya esta arritmia agónica
del subsuelo.
Disparar los rostros al pavimento
desenterrar el verso
y de bruces jalar el gatillo del camino
balancear el desequilibrio.
Este del alma,
que carcome, que enhiela este andar
con el corazón apretado
y la sangre roja brillando
en la yema de los dedos
Con la cabeza aún intacta,
como la memoria.
Vimos el sol.
¡sí que lo vimos!
Vamos del pabellón 8 o calle 10
los que lo vimos,
o éramos de Portugal o de General Mackenna.
Angelo y mi mano queriendo tocarlo,
pero él se iba en un taxi por Av. Matta.
Las hojas del cuerpo del sol
Las hojas volando y los ojos de Angelo
y los labios juntos soplando
Y era la hoja del sol.
Angelo, dime de vientos y días,
de parto,dime con tus dedos nube,
techo, aire, sol
Dime espejos del pabellón,
dime alma en la cordura
Dime zapato, pie, cordón.
¡sí que lo vimos!
Vamos del pabellón 8 o calle 10
los que lo vimos,
o éramos de Portugal o de General Mackenna.
Angelo y mi mano queriendo tocarlo,
pero él se iba en un taxi por Av. Matta.
Las hojas del cuerpo del sol
Las hojas volando y los ojos de Angelo
y los labios juntos soplando
Y era la hoja del sol.
Angelo, dime de vientos y días,
de parto,dime con tus dedos nube,
techo, aire, sol
Dime espejos del pabellón,
dime alma en la cordura
Dime zapato, pie, cordón.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Y cuando caiga el sol
se acercará a mis pasos
la noche estrellada
guiándome con su luz,
color pálido de luna
en un intertanto
que hay en cada movimiento
en mis pies cansados.
Se oirá un murmullo
de mariposas nocturnas
y el aleteo lejano de algún abrazo
mientras las voces del río
te cuentan cuál es mi camino.
Buscaré el sol en cada amanecer
con la mirada fija en el rocío
húmedo de tus mañanas blancas
y el cuerpo de tu ausencia
ahora tan lejana.
Gritaré al cielo mil veces
que aún tengo la esperanza
de, algún día, poderte odiar.
Y mientras tanto, agonizo
recostado entre las hojas
caídas en este otoño ahora lejano
con esta lluvia en mi mordida
y el pelo en mis ojos,
hablando con el viento
para pedir un deseo:
"volver el tiempo atrás",
hasta aquella vereda en Grecia
"donde todo llegó a su peak
... y empezó a declinar"
Te extraño, mujer. Te extraño,
y me he prohibido decir tu nombre
en este bosque verde
que desde que tú no estás
se seca.
Te extraño. De veras te extraño
y haces tanta falta aquí,
en este corazón salvaje; rebelde
que nadie más pudo enamorar.
Mientras tanto tú no llegas
buscaré el sol cada mañana
con la esperanza de sentir
de nuevo su calor,
y ser capaz de decir
que al fin te dejé de amar,
(mientras) por el momento
estoy muerto.
"No hay conocimiento cierto
de mi paso.
He caminado bajo los bosques
en las oscuridad..."
se acercará a mis pasos
la noche estrellada
guiándome con su luz,
color pálido de luna
en un intertanto
que hay en cada movimiento
en mis pies cansados.
Se oirá un murmullo
de mariposas nocturnas
y el aleteo lejano de algún abrazo
mientras las voces del río
te cuentan cuál es mi camino.
Buscaré el sol en cada amanecer
con la mirada fija en el rocío
húmedo de tus mañanas blancas
y el cuerpo de tu ausencia
ahora tan lejana.
Gritaré al cielo mil veces
que aún tengo la esperanza
de, algún día, poderte odiar.
Y mientras tanto, agonizo
recostado entre las hojas
caídas en este otoño ahora lejano
con esta lluvia en mi mordida
y el pelo en mis ojos,
hablando con el viento
para pedir un deseo:
"volver el tiempo atrás",
hasta aquella vereda en Grecia
"donde todo llegó a su peak
... y empezó a declinar"
Te extraño, mujer. Te extraño,
y me he prohibido decir tu nombre
en este bosque verde
que desde que tú no estás
se seca.
Te extraño. De veras te extraño
y haces tanta falta aquí,
en este corazón salvaje; rebelde
que nadie más pudo enamorar.
Mientras tanto tú no llegas
buscaré el sol cada mañana
con la esperanza de sentir
de nuevo su calor,
y ser capaz de decir
que al fin te dejé de amar,
(mientras) por el momento
estoy muerto.
"No hay conocimiento cierto
de mi paso.
He caminado bajo los bosques
en las oscuridad..."
lunes, 19 de abril de 2010
Es preciso salir de este lugar para romper este vicio tembloroso que transforma los recuerdos, ya no vienen tan presurosos como antes.
¿Qué me estanca? Ayer comenzó el otoño, ¿será eso? Pronto ya será mayo y en julio tendré mucho frío si no cambio mi capa rota por una nueva y cuánta huevá más, como The Doors o los Pink Floyd mezclados con los Congreso, Victor Jara, Sui Generis o Silvio Rodríguez.
Mi vida disparada quiero terminar, y poder ser como Álvaro, de los Miranda, o Gelo, de los González: ojos verde esmeralda, verde marinos; ojos verde mar. Tu pelo café ¿dónde está? tus manos blancas, no las tengo...
tu voz de llanto, ya no la oigo
¿Qué me estanca? Ayer comenzó el otoño, ¿será eso? Pronto ya será mayo y en julio tendré mucho frío si no cambio mi capa rota por una nueva y cuánta huevá más, como The Doors o los Pink Floyd mezclados con los Congreso, Victor Jara, Sui Generis o Silvio Rodríguez.
Mi vida disparada quiero terminar, y poder ser como Álvaro, de los Miranda, o Gelo, de los González: ojos verde esmeralda, verde marinos; ojos verde mar. Tu pelo café ¿dónde está? tus manos blancas, no las tengo...
tu voz de llanto, ya no la oigo
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